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Con las manos en los bolsillos

Como un niño travieso se escapa como un látigo de luna que sisea tentáculo holográfico que de un quieto anhelo se desprende como una certidumbre de vida arrastra el apetito de roces ella al alcance de un beso al oído de un aromado te quiero en los ojos de un químico enlace de sudores en los labios espera e intuye que otra vez no llegará que los pies de plomo se amuran al suelo de sus miedos el hombre y su hambre masticará cobardía por lo bajo /y sus ojos/ sus manos en los bolsillos clavarán las uñas contra sí mismo y se diluirá como siempre hasta morir en el intento retrayendo la culpa /por lo bajo/ un holograma huirá sin los abrazos /que inertes se replegarán/ hasta morir asesinados por la cobarde inacción de su amor.

Camuflaje de identidades oscuras

Intentar parecerme a…puede ser: una pérdida de identidad, una cobardía, un plagio encubierto; pero le confieso: me gustaría ser como usted o al menos acercarme a su sombra, dejar de tirar el carro en contra del camino y sentarme a ver morir las rosas en sus tallos, naturalmente, sin apuro, sin la brutal cizalla que marchita su belleza. Me encantaría mirar por sus ojos y marcar en mí con trazos de cordura, los rasgos más dañinos que delimitan mi obsecuencia. ¿Sabe usted? Cuando imagino sus abrazos, siento que el mundo es una piedra con vida y que las Pléyades necesitan de ellos para la alquimia. Sí señora; claro que me gustaría estar en su piel, cuando mira mis ojos y los envuelve de indiferencia, para dejar de esperar -yo hombre- que usted los llame para darles el tiro de gracia. Usted viene a ser el jurado objetivo de mi ceguera, pero no pongo en dudas su imparcial sentencia, al contrario, con ella veo, lo absurdo de mi proceder. Por eso ¿Sabe? Necesito acerca

Comentario en la lluvia

Aquí soy el verso invasor que te espía; aquí estoy, inevitable, recogiendo nostalgias, restos que sobornan memorias y no puedo abstraerme de tu música, mientras leo, tras los residuos de este domingo enrejado de lluvias y dan ganas de seguir permaneciendo, de pertenecer invisible a tu poesía.

Cuando la vida se volvió invisible

No entiendo. Cuándo el amor perdió los estribos y se desbocó de un disparo en la huida; cuándo la vida se volvió invisible y dejó de peinarse en los espejos de otros ojos; cuándo la muerte se tornó necesaria para seguir latiendo en la piadosa cofradía de la existencia. No entiendo. No. Cuando el negro sentir alivió la espera y la soga clavó sus nudos en la nuez de la escollera, cegando la voces de antiguas proclamas, en las vacías calles, otrora llenas de infinitud de amores. Sólo la negritud del poeta rememora la incertidumbre de lo cierto, reclama a gritos la furia del tiempo se apresure en la llegada, y el rito absurdo de seguir permaneciendo se inserte en la carne como aguja de eutanasia. /Y apareces tú, al alcance de mis manos / Pero no entiendo cuándo el amor perdió los estribos y se llevó los deseos en la estampida, como la nieve rodando en la montaña, arrasando a su paso todo vestigio de esperanza.

Encrucijada

Otórgame el derecho de infinita anarquía, deshace los abrojos que embanderan las palabras: seré influjo sobre un mediterráneo albedrío. Explota en mí y estrangula como garfio de hielo, esta planicie encapotada de arenas: seré muerte lenta en la tundra eterna, soslayando equinoccios imberbes por la inclemente lluvia de agujeros negros. Pretérito de amores, conjugación de verbos alienados: dadme la clave de esta encrucijada, deducid conmigo la temperamental indiferencia en donde van a morir los lotes de tiempos vencidos. ¿En cuál vorágine de hastío, extravió las rimas el poeta?

Anatomía de los fragmentos

Labios improcedentes lamerán la piedra angular, el hito que releva mis márgenes de abandono; todo está señalado para que suceda: Los colores de tinta, los orlados papeles, los sahumerios des-aromados de la India, las alfombras y sus hilos de oro voladores; el libre albedrío de los deseos. Será enérgica metamorfosis del ocaso, eufonía sin eco que despose el silencio y muerda la sed en el dorso de la esfera. Se trenzarán –osados- los versos del aliento en elevadas odas del tiempo que no vence, abrigando eclipses en inéditos caminos al domar el éxtasis sin rúbrica ni mapa. Develará misterios con el filo de la copa rozando los límites del desenfreno, vorágines de alubias perladas, ostras carnosas y abiertas, relamidos labios uterinos; hablarán entonces los libros sepultados, los líquenes maduros treparán las sombras se volverá oro el plomo de la noche. Llegará, espero, cual alfanje de piras moldeando el cáliz al borde de su vuelo; centrífugo bastión, en cuyo cruce, se atenúa el plúmbeo pas

Orfandad

el pulso tembloroso del soñador sumó otro vano latido que acabó seco en la pared del baño otro hijo de ojos negros parecidos a los tuyos abortó la soledad

Burdas imitaciones de una vida

Venía la rueca con rumbo circular tejiendo bufandas a la angustia; las agujas desabrigadas del tiempo delataban los puntos suspensivos; los demás abandonos eran puntos seguidos. /Juana lloró esa tarde/ Había razones entre sus dedos de chocolate; involuntarias y superfluas; burdas imitaciones de una vida. /Rodó un pañuelo en vuelo incierto/ Es la voz de la intemperie un sonido hueco, deshabitado, desalojado de instintos, huérfano de verbos conjugados. Juana teje surcos rojos en sus ojos. La tarde llueve calle abajo del abandono.

Prospecto

No beses sin sonrojar sus dientes con rouge; no comas labios sin sacarle las espinas; no mastiques un corazón enamorado, lámelo despacio, puede disolverse de manera abrupta y quemarte la vida con su ácido olvido. Si tienes la suerte de encontrar un camino, úsalo al momento; los caminos suelen tener fecha de caducidad y es entonces que caminan en círculos. No planees lo imposible; acepta resignado que es…imposible. Las utopías son como los amores de paso: los bebes y luego se marchan al amanecer con una nota en la almohada, -eso si tienes suerte que no roben tu billetera- frustrándote el sueño. Di siempre, mirando a los ojos; que no se parecen en nada a un cielo ni siquiera al verde -o azul- del mar -porque no todos los ojos son verdes ni azules y hay mares negro y rojo- simplemente húndete en ellos. Si te pide un beso, dale dos -puede que no haya otra oportunidad- y si se queda con hambre, estarás en posición de negociar y de poner nuevas condiciones pero en tu propio terreno. No alter

Derechos registrados

Te cedo todos los derechos; pero acuérdate que hace más de mil días fueron liberados amores de propiedad compartida. No es que no me interese acunarlos, solo que me incendian la piel en la calidez exagerada de la nostalgia, cuando la friolera de los incunables años abre su troglodita memoria. Además, ya no dan rédito, depositados en las cuentas cerradas de un vetusto coleccionador de amoríos muertos. Si quieres los puedes incendiar y arrojarlos al mar, para que no sobrevivan al balance final de tus recuerdos.