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Mostrando entradas de octubre, 2010

Se dejó abrazar

(Para vos) Se dejaba abrazar cual columna de enamorados; se descolgaba desde sus ramas y la mirábamos deslizarse tronco abajo como una danzarina de caño, de los bares donde acaban los que no tienen donde acabar la noche. La llamábamos Madreselva; cuerpo sutil trepador de piernas, lividez de mármol, generosa piel a bocas hambrientas. Pensó una noche mientras descendía por el pasamanos de un amante: -No hay hambre más grande que el hambre de amor sin retorno ni sed tan ávida que la sed de una piedra en el ostracismo del fondo del mar. Y salió a buscar cornisas de cielos, se volvió tejados de otros tejados, husmeó las paredes manchadas de Romeos y Julietas. No subió escaleras, sólo se abrazó a ellas; se dejó llevar hasta darse cuenta que el cielo estaba en su esencia. Entonces descendió sin prisas, encendió el cigarrillo de la noche asióse al pasamanos del amante más próximo. Se dejó abrazar.

Osario

Claros son los reflejos, ya sus ojos muerden los dientes de otro amor de carne y besos. Mis bronquios se adecuan a la apnea y su aire poliniza por última vez mis pulmones. Se manifiesta el temblor con el último tren a Poemalandia, donde deambulan las ánimas de todos los amores muertos. /Esta vez sin boleto de regreso / Bah, eso creo.

Menos tu recuerdo sin dorso

¿Cómo deberé recordarte si hace dos orgasmos fuiste presente y ahora dos pasados en retirada? Ni tu sombra eyaculada al destierro receptará mis ojos sobre tu espalda -no hay espalda- eres un recuerdo sin dorso, yo un frente de batalla para otra guerra. Puede que muerda otro pedazo de gloria antes de acabar en el coito final, donde todo se entierra. / Menos tu recuerdo sin dorso /

Debo dejar la lucidez para más tarde

Debo dejar la lucidez para más tarde y apretar los dientes contra el puño, liberar mi pudor de amar, la absurda vergüenza de amar como si fuese prohibitivo. ¿Y cuál es la culpa de estos años tardíos, de los tuyos precoces a mi tiempo? ¿A quién le debo disculpas cuando el amor disculpa la tardanza, si llegan errados los caminos? Debo dejar la lucidez para más tarde, para verte llegar a socorrer mi espera, para poder decirte no es el tiempo ni el momento del sol naciente que se incendia. Luego, si tú quieres te quedas.

Ecos sin Margot

Me hablaba de la muerte, de las pupilas del sol ausentes en su natalicio, de fenecer dormida sin antes mirar su espejo; Margot de piedra, ángel sin vuelo, siempre partiendo al paraje de la abulia a arrinconarse en el letargo; ancestral parroquiano de su desesperanza. Y no sé ayudarte; mi temor se apretuja sobre tu extendida ausencia sin poder hallarte. ¿Por qué no vuelves con tus alas?

Conjugarte sin tiempos

Dame una razón que te sostenga, un vientre donde cobijar este antiguo embarazo antes que el día te aborte de mi frente. Te quiero en verbo abierto, sin tiempos; conjugarte en voces de pretéritos anhelos sobre un palmo de blancas certezas. Allanarte sin misericordia sobre mis rodillas, hincarme en tu circuito de savia y sangre y volverte amalgama en la vigilia. Mujer de mimbre, morada de tribulaciones virgen fiel a mis pretextos anacoretas. Deja a esta vertiente derramarse en tus entrañas, pariremos mieles de otoños no consumados antes que el día nos aborte sin misericordia.

Sobre tu sombra

Tu risa crecía y crecía hasta volverse lengua; desprendía los botones de mi hambre, bebía en tragos largos mi piel hasta volverme hombre. Crecías dormida en los colchones de mis cejas, yo robaba el sueño de a gotas cuando mis labios se ungían de tus lágrimas; quizás soñabas conmigo y te abrazabas a mi ausencia. / No ha sido en vano dormir sobre tu sombra /