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Mostrando entradas de mayo, 2009

Para tu regreso

Quizás te preguntes en el camino de regreso cuando la realidad descorra las cortinas y tus calles, nuestras calles ya no estén vacías; si mis alas sirvieron para impulsar tu vuelo o simplemente caerte de bruces al pavimento. Imagino que no, que tu cielo será distinto aunque estén las mismas nubes presentes, porque sabrás eludir la realidad mezquina y recalar en un diferente puerto, donde tus alas hastiadas se fortalezcan. Seré entonces apenas, si aún me quieres; tu aprendiz de maestro, de guía, de orfebre, el que talló otrora tus sueños de virgen mimbre, flexible, maleable a tus formas, y se volvió urdimbre de tus redes. Te volverás etérea, ave de suave canto, de jaula abierta libre para tus vuelos claros y hasta quizás no regreses al mismo cielo porque sabrás entonces, sólo entonces que ya tracé los caminos para tu regreso.

Enterneciendo amor

Yo vivo, sí que vivo; escapando a veces, sólo a veces de mi mismo hacia un adentro profundo, íntimo, en el que persigo una esencia adormecida. A veces me encuentro, sólo a veces; desenrollando caminos, enterneciendo un pasado repetido que emula mi sentir que hoy no es el mismo pero; yo soy el mismo. Como un cliché ocioso sin imaginación, aburrido. Y te veo entonces y me pregunto ¿en cuál lugar de mi vida encajas? porque agotados mis caminos desparramas tu fértil simiente. En cual lugar encajas no imagino pero seguro sé que es el mismo, que propone este juego de palabras enredadas de entusiasmo tímido, regando con vino la fiesta de un amor ayer adormecido. Y vivo, sé que vivo; absorto tal vez en mi delirio, aferrando un sutil sueño un quizás ilusorio camino, vasto de incertidumbres amor pero; qué bueno que estés conmigo.

Bello tormento

Se equivocó el amor, no es para amar este preciso momento, apenas somos instintos de querernos; se equivocó el amor y fue violento. Con tu fuego, en el simún de tu desierto me ahogo en dunas de piel y viento pero… ¡que bello tormento!

Rapsodia

Sé que estás isla lejana, mides mi distancia; espero. Miro tus dedos; rozan, dibujan, sueñan, extremidades al aire platican vuelos; bocas ardientes mojan, muerden, subyugan vientres. ¡Qué importa si el mañana duele! Hoy es vida amor futuro quizás ausente; hay un abismo insoslayable... ¡Qué importa! Hoy es vida amor, mañana es tarde. Caemos en sortilegios: tus arpegios de inocencia, mi cítara celosa en rapsodia enamorada; si mañana es silencio... ¡Qué importa! Ejecuto hoy tus ritmos, tú los gozas.

Veinticuatro escalones

¿Y tú, qué sabes? Yo te amé a mi estúpida manera; fui procaz, suicida, buscador de velas arriadas en horizontes para mi barca de herida abierta. Y te llevé en albores timonel de cuatro velas, leyenda azul de horizontes confundidos en los míos; y aún así, tú ¿Que sabes? Te aferraste a mis miradas, espejismo y ventolera, caprichoso verano que transgrede este otoño sin ocres que no llega y estás allí, permaneces intacta en los márgenes de mi memoria, cascabel de mariposa pared besando enredaderas. ¿Y tú, qué sabes? de madrugadas insomnes encallado entre las islas; bravura azotando mares, última nieve en primavera; y aún así te crees reina. Subiste uno a uno los peldaños, veinticuatro escalones, dos años; abajo la calle musita madreselvas, Córdoba amor, la tierra; bájate a ella.

Vale la pena

Te presiento; me volvería frágil, expuesto a tus comisuras, a tus senos que imaginan mi tacto inmaculada criatura. ¡Al infierno! Por pecar entre tus piernas.