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Mostrando entradas de mayo, 2011

Al costado de los labios

¿Qué dirías luego del primer abrazo, luego del preludio amanecido, acurrucando un fulgor entre comillas, delatando ojeras trasnochadas? De haber imaginado que el queso de la luna alimentaría los ratones de los vientres, hubiese planeado una estrategia, un ardid de enamorado, para no dejarte a dos pasos de la huída o a un palmo del último pecado. Abrase visto tanto descaro, tanta virtud de estafador, que para seducirte he timado los versos a un poeta, libado la paz de los laureles para liberarte conmigo. ¿Qué dirías entonces al cerrar la piel sobre los trazos de los sueños para dejarlos abiertos sobre la mesa de noche, al costado de los labios? /Se recuesta la espera en los pies fríos del poeta. Subyugado por tersuras de axilas bosteza un almanaque la pereza de los días / ¿Qué dirías ahora que se acaban los versos y las palabras añoran rearmarte en poesías, y no encuentran los labios en el lugar que besaste? Acaso no sepas; abrió Mayo sus ventanas ateridas colgando en la silla la piel d

Arenga a los amores secos

Ella contaba las horas, las caídas, los naufragios azules de sus ojos; me hablaba de un tiempo extraño donde la humedad de la piel jugaba con las ranas de los charcos; todo era sublime, como un cuento de lluvias. Ella hablaba por mí; decía que volver cada tanto a remojar los pies en los recuerdos, arengaba a los amores secos y le plantaba una sonrisa a la utopía. Que amar por amar; inventar una ilusión, era desgarrar el aburrido hastío hasta dejar entrar un brazo suave que abrace, que tome por detrás a la penumbra y le aclare al silencio que nada regresa de la muerte y aún así, seguir amando. Y me habló al oído. Murmuró chubascos sobre los hombros, descerrajó cortinas de luz sobre una noche espesa donde su boca evolucionó un llanto hasta entonces reprimido. Cerré los ojos y se durmió conmigo.