Se dejó abrazar
(Para vos) Se dejaba abrazar cual columna de enamorados; se descolgaba desde sus ramas y la mirábamos deslizarse tronco abajo como una danzarina de caño, de los bares donde acaban los que no tienen donde acabar la noche. La llamábamos Madreselva; cuerpo sutil trepador de piernas, lividez de mármol, generosa piel a bocas hambrientas. Pensó una noche mientras descendía por el pasamanos de un amante: -No hay hambre más grande que el hambre de amor sin retorno ni sed tan ávida que la sed de una piedra en el ostracismo del fondo del mar. Y salió a buscar cornisas de cielos, se volvió tejados de otros tejados, husmeó las paredes manchadas de Romeos y Julietas. No subió escaleras, sólo se abrazó a ellas; se dejó llevar hasta darse cuenta que el cielo estaba en su esencia. Entonces descendió sin prisas, encendió el cigarrillo de la noche asióse al pasamanos del amante más próximo. Se dejó abrazar.