Bohemia noche
Fueron las esporas, lo sé; los remolinos de inquietudes que atravesaron sin querer, el acantilado de las bohemias noches, donde hasta el vino se vuelve poeta. Fueron las manos dudosas que empuñaron la roja copa y bebiéronse por la piel la ufana algarabía de saberte: íntegra, impoluta, deseada; rodeando la glotis de un trasnoche. No hubieron rasgos anegados de rubor, cuando el beso rasgó la incertidumbre y se estableció en el mediastino aéreo, donde la sangre se alborota y trasciende, más arriba, más abajo del deseo. Defender lo indefendible; contener el aliento entre las piernas; respirar profundo, absorbiendo los remolinos de esporas en travesía infatigable hasta la boca abierta de tu noche, donde la oscuridad del hambre se tragó la flema de la luna y sus rimas, y los escasos arrebatos de cordura. Esa noche amaneció lloviendo en las bocas de los sexos. Sometimos las miserias a los versos trasgresores que hablaron de un amor bohemio en la noche de tu noche. Encendimos las pieles e inau...