Como un niño travieso se escapa como un látigo de luna que sisea tentáculo holográfico que de un quieto anhelo se desprende como una certidumbre de vida arrastra el apetito de roces ella al alcance de un beso al oído de un aromado te quiero en los ojos de un químico enlace de sudores en los labios espera e intuye que otra vez no llegará que los pies de plomo se amuran al suelo de sus miedos el hombre y su hambre masticará cobardía por lo bajo /y sus ojos/ sus manos en los bolsillos clavarán las uñas contra sí mismo y se diluirá como siempre hasta morir en el intento retrayendo la culpa /por lo bajo/ un holograma huirá sin los abrazos /que inertes se replegarán/ hasta morir asesinados por la cobarde inacción de su amor.
Volver a amarte, volver al origen de donde nunca me he ido; de tu alborada azul de tu pequeño tutor de mimbre donde aún descansa mi sombra; allí sobre la planicie ansiosa de estíos. Volver hasta la orilla emancipada, hurgar en los trastos olvidados donde marchitas las hojas que escribimos reverdezcan en abrazos de lluvias; donde purgar la condena de los descuidos sea la consigna de otro intento. Volver y ser, la palabra en tu boca, el nombre austero que llamas, el que muerde tu melancolía tu espera imposible, la que no esperas desde la brújula rota olvidada en los jardines de un adiós egoísta. Volver y desoxidar los labios abarrotarlos de sabores nuevos y encontrarnos a la intemperie desnudos en el primer beso, sabernos antiguos amantes recuperando la magia de los sueños.
No beses sin sonrojar sus dientes con rouge; no comas labios sin sacarle las espinas; no mastiques un corazón enamorado, lámelo despacio, puede disolverse de manera abrupta y quemarte la vida con su ácido olvido. Si tienes la suerte de encontrar un camino, úsalo al momento; los caminos suelen tener fecha de caducidad y es entonces que caminan en círculos. No planees lo imposible; acepta resignado que es…imposible. Las utopías son como los amores de paso: los bebes y luego se marchan al amanecer con una nota en la almohada, -eso si tienes suerte que no roben tu billetera- frustrándote el sueño. Di siempre, mirando a los ojos; que no se parecen en nada a un cielo ni siquiera al verde -o azul- del mar -porque no todos los ojos son verdes ni azules y hay mares negro y rojo- simplemente húndete en ellos. Si te pide un beso, dale dos -puede que no haya otra oportunidad- y si se queda con hambre, estarás en posición de negociar y de poner nuevas condiciones pero en tu propio terreno. No alter...
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