Sólo los cinco sentidos autentifican los hechos reales; las otras sensaciones, percepciones, son sólo deseos, sueños, utopías o necesidades del alma.
Fisuras
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De pronto digo mansedumbre y aparece una boca austera llena de hambre; me besa la nostalgia, abraza lo irreconciliable, fatiga con creces las bisagras de mis ojos y salvajemente tierna me devora la ausencia. Por un instante soy vulnerable.
Todos somos tan vulnerables, que el leve pinchazo de del extremo de una hoja seca podría fisurarnos y quebrarnos en mil pedazos. Precioso poema, Daniel. La imagen que elegiste, muy ilustrativa. Cariños!
Anónimo ha dicho que…
Excelsa la imagen que creas con estos versos. Te felicito.
Un placer leerte.
Anónimo ha dicho que…
puta madre, esta baina me arrastró!!! uffffff fulll texto. me tramo. un abrazo amigo
Como un niño travieso se escapa como un látigo de luna que sisea tentáculo holográfico que de un quieto anhelo se desprende como una certidumbre de vida arrastra el apetito de roces ella al alcance de un beso al oído de un aromado te quiero en los ojos de un químico enlace de sudores en los labios espera e intuye que otra vez no llegará que los pies de plomo se amuran al suelo de sus miedos el hombre y su hambre masticará cobardía por lo bajo /y sus ojos/ sus manos en los bolsillos clavarán las uñas contra sí mismo y se diluirá como siempre hasta morir en el intento retrayendo la culpa /por lo bajo/ un holograma huirá sin los abrazos /que inertes se replegarán/ hasta morir asesinados por la cobarde inacción de su amor.
Murió la tarde, como el trigo segado, como el viento desgranándose en brisas. Así nos desgranamos gastando los abrazos, los te quiero de lluvias, los siempre suspensivos, y al igual que el trigo, nos convertimos en masa para nuestro pan diario, y somos amantes sin la carne, implícitos en piel y noches; nadie nos vio, nadie lo sabe. Sólo las lluvias amándose sin verbos.
Intenté dormirte, vestirte musa desde los versos, desde la matriz de incógnitas tajantes de libélulas en celo hasta la certeza efímera de un laúd sordo y descordado. Y quise dormir contigo en los ápices de tus senos, en la vorágine inmadura de tus deseos de vientres, de un Noviembre ajetreado de sonámbulas mariposas. No hubo reconciliación tras las cortinas de pestañas, las vías con sus baches de noctámbulos borrachos sepultaban botellas y besos rojos en las colillas apagadas. Murió un semáforo atropellado en represalia, por la osadía de guiñarme un verde justo cuando te soñaba. Voló un rojo sobre el horizonte negro, tiñó un ojo de vino amoratado, amanecer de párpados sobre tu ausente esqueleto. Ya no intento dormir sobre el champagne derramado, se han viciado las musas sobre un ikebana de yeso que firmaba tu nombre con glicinas escarlatas en la matriz de incógnitas de tus libélulas en celo.
Comentarios
El beso de la nostalgia tiene esa quietud que abriga, pero sacude el alma.
Besos,
Chiqui.-
Precioso poema, Daniel. La imagen que elegiste, muy ilustrativa.
Cariños!
Un placer leerte.
un abrazo amigo
Un besote grande.
Dann
Un beso.
Mi abrazo