Mujer de hierba

Ahora es hierba, su imperecedero frescor arremolina entre mis vuelos de poeta, sólo puedo absorber su verdor como savia; como alimento, sólo su recuerdo. Muerde uno a uno mis dedos, jala el gatillo de mis verbos, la esperanza de cuatro pétalos se ciega y susurra al oído de las hojas su abandono de piedra que abraza las palabras donde ella reposa; mi memoria. Es mi memoria; ella canta porque es más que mi canto es más que dos bocas entreabiertas enamorando espejos lamiendo el rubor de su propio rostro; mi rostro que bebe su reflejo. A veces evitamos las miradas, hasta que vuelvo a llover y ella llueve conmigo.