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Mostrando entradas de junio, 2010

Hambre

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Imaginarte carne piel de rosas sazonadas lascivia, vértigo visual alucinante ¡Hambre! Impoluto espejismo euforia elevada en andas del éxtasis ventral. /Eros y Tánatos/ Estremecido pacto dos en uno, por dentro la carne por fuera la carne y el hambre ¡Insaciable!

Geometrías

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Una de nuestras noches, por decir una; la procaz beatitud y sus descuidos, la geometría de tu espina, línea amoldada a mi plexo. Teorema perfecto: expuesto, resuelto, austero de culpas, abierto en vértices febriles. Inevitable esa noche, una de nuestras tantas mentiras.

En latidos

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Son mis deseos rebeldes los que anhelan el nácar de ti el fruto rojo de tu mar negro, monte de un faro amanecido. Te presiento; emancipadas manos en el ventral desarrollo del aire, médula del tiempo, polvo y escamas de un abrazo en remembranzas; mujer de lino, de velas izadas altar de mi sino envejecido. /Te entrego en piel y huesos las cadencias musculares -en latidos- un corazón corrompido, malhumorado, enojado con sí mismo/ Revive la carne; el alma partió hace tiempo.

A lo lejos; el viento...

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Nos abrevábamos y eran tus risas cascadas de oro desde tus ojos, explotando en vértigos atómicos. Hacíamos de la nada el todo más absurdo, la nariz imperecedera del payaso; simulábamos la luna en los redondez de un queso; fuimos necesariamente espejos. Dime amor, relámpago azul atravesando mi estío; si el planeta rojo que inventé para ti sobrevivió al holocausto de los miedos; si la etérea rosa y su coraza soportó tus inviernos. Dime; si la espera del último tren arrancó de cuajo las telarañas que tejiste en los recuerdos dejando las huellas de tus agujas en tu enmarañada estratagema. Uno: el abandono; bronce oxidado de badajos; dos: la calle picada por los golpes de un guijarro. El perro sobreviviente de litigios, huérfano de guerras clandestinas de abrazos, se fue tras de ti, yo me quedé varado A lo lejos, el viento susurra un nombre: desconcierto -tras tus pasos-.