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Mostrando entradas de junio, 2009

Limas púrpuras

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Aquí yo real; allá vivo, me permites tiempos. Aquí tú vives, todo es tuyo. Metáforas de vida eres en colores… Corre el aire en alas del mar lleva, trae mandas, recibo. Y somos…somos.. Apenas el rubor pinta persianas en tus pómulos; detrás tu inocencia dialoga amor conmigo. Y te recibo… Mansa mente invasora me puedes cuando puedes, cedo y me tienes; allá fui allá me quedo. No hay vueltas a estas calles vacías que no hablan muros que no cuentan ladrillos porque son aire de mar. Que atraviesa y trae y me lleva a tu isla; y me posa en tu sed de agua de cocos. ¿Acaso hay corazones limas púrpuras? ¡Sí! yo los pinto en tus médulas cuando navego en ellas y me clono en ti. Y somos…somos…

Gotas

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La casa silenciosa no dice nada; apenas el agua de gotas cayendo en monólogo compás de la canilla mal cerrada. Y tu silencio; tus sones en mi cabeza salpican uno a uno y tu risa que no calla, que deleita pero que falta, precisamente el día de hoy cuando el silencio de la casa cae como púas de agua en mi cabeza. Se confunden las urgencias de escapar de las monotonía de esas gotas y de encontrar las tuyas como música refrescante del alma. Y el silencio de la casa muerde mis labios, te extraña, nuevamente ella te extraña; porque esas gotas aturden los ecos que quedan de tu risa cuando ríes para mi y para ella eres la vida. Pero vuelves amor en esta noche; a pintar grafitis en las paredes, a envolverme de risas y las gotas por un instante callan, se ríen contigo y yo me rio con ellas. Hasta el momento que te duermes y te apagas.

Tanto leño húmedo

Y te violan a conciencia aunque no eres puta, te arrojan piedras a la cara porque eres justa, no comprenden no entienden y amas y eres parte de todos y de ti nada; ingenuidad manifiesta, vapuleada inocencia, es tu tristeza la que me duele, la que me aferra las manos para no derrumbar paredes a golpes de palabras y de conciencia. Y sigues a dormir, silencioso dolor que meces en tu almohada, la inconsistencia de un amor ajeno a tus ganas de amar, distante de tu corazón, cercano al egoísmo poseso que lastima, que cercena tus sueños, los llena de espinas que brotan hacia dentro; y porque te amo me freno, muerdo mis venas para no ahogarme en las ganas de incendiar tanto leño húmedo que no sirve porque es humo que sube y no ve el suelo, en el que yaces y te apagas lentamente y en silencio abrazada a la pena; muriendo, muriendo.

Hasta mañana amor

Te prefiero sueño; perentorio, abstracto, como única razón, alternativa valedera para esta suerte de camino que he elegido. Y te imagino; más allá de un naufragio, más acá de una condena al derecho de alimentarte, sostenerte vida aún sabiendo que cuando cierre los ojos ya te habrás ido. Pero aun así te prefiero; porque despiertas día a día desayunando conmigo, trazando un te quiero sobre el dorso de mi mano y te vuelves mermelada cuando dices: amor mío. Y me untas cual manteca sobre el pan de tus suspiros; te levantas despacio como brisa del estío y me susurran tus ojos: hasta mañana amor mío.

Momento

¿Acaso un sueño podría momificar un beso para que sea eterno? ¿Y los labios perpetuar la humedad que dejaron salivas derramadas? Y tu cuerpo ¿Recordará las contracciones que en tu vientre estimularon mi deseo? Es otoño, venas secas ahogan gritos; omóplatos aplauden entusiastas el regocijo de sentirte piel adentro, fluye savia nueva, respiran venas: es el momento.

Sin más de tus besos

Antes que termine el día posiblemente habrán llorado orgasmos, tal vez un te quiero camuflado entre los arreboles de un beso; quizás digo, no lo sé con certeza; pero si antes que termine el día llegase a descubrir una tímida ojera que delate un final insatisfecho, huellas de un febril deseo; prolongaré horas a los tiempos y me quedaré amor, aferrándome, enlazando los sueños, los que mueran en los orgasmos, los que renazcan con el deseo; pero no me iré sin más de tus besos ni sucumbiré en madrugadas sólo porque acabe el día; prefiero dormirme enredando piernas, arañando espaldas, lamiendo vida y un te quiero de menta en mis oídos.

Valió la pena

Valió la pena conservar el vacìo, observar al tiempo mutar sus escamas, despacio, sin apuros por la huída, sin arrebatar al primer amor desvalido; valió la pena vida mía; porque hoy tengo tus manos sacudiendo el polvo amontonado en la orilla, al costado de lo que fue vigilia de urnas rebalsadas de amores muertos y sus cenizas. Y valió la pena porque no hay blanco ni negro entre tantas alboradas, entre tanta sangre roja fluyendo a borbotones; en dos abiertas intenciones a la vida, a los sueños sin fechas de vencimiento, al fenix renacido que busca revancha por tantas muertes anteriores. Y valdrá la pena amor; porque no habrá final agónico ni muerte súbita por desencanto cuando tu amor retome su camino y el adiós inevitable sellado con un beso.

A todas horas en punto

Se fue desgranando lo que alguna vez fue piedra en morteros de ternuras volviéndose polvo de estrella y fue cola de cometa, cúmulo de galaxias, amanecer eterno; todo porque me besaste aquella vida… cuando no estaba esperándote porque ya no deseaba y me rompiste grano a grano; en cedazo de ternuras me filtraste y depuraste, me renaciste urgencia entre tus minutos calendarios, que no apuran pero que no esperan… y allá voy cada noche a todas horas en punto a encontrarme contigo y me vuelvo soluto en tu solvente, mixturas tu paz con mis delirios, soy tu producto y me consumo en cada inspiración, en tus susurros y con tu amor me siento vivo. A todas horas en punto amor, voy habitando tu isla lejana por rescatarme como náufrago en tus brazos, en tus brazos.