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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Pretensiones

Pretendo hacer contigo: el inviolable pestillo de mi sueño; al que en puntas de pies sigilosos, atraviesas en cada encuentro. Pretendo traducirte con palabras los compases suaves de tus caricias, subyugante mujer apasionada, cautivadora fiera que esclaviza. Pretendo contigo elevarme, al eterno averno pecador; como diablo incandescente, lujurioso amo del amor; sin culpa y sin temor. Lo que pretendo mujer hacer contigo; es enterrarme en cada poro de tu cuerpo, desde mi sequía abrasadora que reclama, la savia de pasión que hay en tu sexo. Atravesar contigo los albores del diáfano amanecer que conseguimos, y desnudos los dos en la vigilia mirar la nueva vida que parimos.

Los besos que me faltas

Con esta ausencia de besos sobreviene la mañana, enrarecida en el aire por la brisa que me faltas; del susurrado te quiero cuando ayer me despertabas, seduciéndome la vida con el roce de tu alma. Con esta ausencia de besos ¡Ay amor! el dolor de la abstinencia me acorrala, los fantasmas viscerales se retuercen y mis labios resecos: sedientos te reclaman. ¡Ay amor, dolor del alma! Bésame pronto te ruego, quítame esta angustia prensil que me atenaza; se asfixia el aire en el pecho y el llanto en la garganta, cansados de implorarte por los besos que te guardas. Un beso de tus labios necesito; solo uno. Que me ayude a soportar día tras día, la insoportable ansiedad que me tortura y el bullir de la sangre como espinas. ¡Ay amor! Devuélveme los besos que me faltas. ¡Ay dolor! Devuélveme la vida

Almanaque del alma

Mil días, mil horas, almanaque del alma. Que atesora la fragilidad del tiempo y el árbol de la memoria. Era octubre el embelezo de tu piel que provocaba, en los pliegues de mis años la ternura despertada ...y el amor. Diciembre se vistió entonces de almendras y de avellanas. Y tu boca. Y tus ojos. Llaves de mis antojos. Enero era el fuego que se consumía en flama de aquel amor junto al río sobre la verde grama ...y la pasión. Una pausa, un adiós y aquel febrero de calma. Hubo eclipses de soles, de luna; y la noche se hizo larga ...y la distancia. Y volvió a ser octubre el mes de las esperanzas, de renacer en amores como aquel de la añoranza; cuando caías rendida a mi amor que sofocabas con la sabia de tu sexo y el elixir de tu alma ...y la vida reencontraba. Pero fue abril la definitiva distancia; el que se llevó entre sus hojas por las calles del olvido, el almanaque de sueños que forjamos. En irreparable final, arrojó el tiempo en oscuros callejones, las hojas del almanaque muerto,

Necesito decirte

Necesito decirte quien soy, ponerme en evidencia ante tus ojos, demostrarte cuanto te siento y que eres a mi vida, mis antojos. Pero no puedo, tengo miedos. Quisiera contarte que soy: el que surca tus noches con un beso, atravesando tus sueños infinitos para dejártelo al borde de tus besos. Quisiera contarte, pero no puedo. He llegado tarde hasta tus años; si me pongo en evidencia, será la angustia de saber tu desprecio, tu mirada de lástima en mis ojos, y mi huída, y tu silencio. Pero me callo, no puedo. Prefiero tenerte cerca, cada día y en silencio, saber que tu no sabes que soy el que besas, cuando atravieso tus sueños.

Esta tonta y bella manera de quererte

Esta bella y tonta manera de quererte tan ingenua como amor de adolescente; tímida, provocadora, en arrebatos de juventud, alborotadamente transgresora. Esta inocente manera de besarte, escondido entre paraguas detrás de los carteles, sonrojados en vergüenzas ante los ojos del caminante. Esta torpe manera de abrazarte: como la primera vez en el parque, con el temor en la piel que la excitación me delate, erecto sobre tu vientre. Esta tonta y madura manera de quererte, que me permite ser cuando tú eres, quien regala en un papel tu nombre, unido al mío enlazando corazones. Esta ambivalente manera de quererte; porque ya no somos adolescentes. hay años en nuestra piel, aquel mismo amor y complicidad en el aire.

Milagro muerto

Un milagro de amor aferrado a la cornisa, agoniza en calma pero sin prisa. Un sable de sombras sesgó su confianza y el salto al vacío era su única esperanza. La negra parca tiraba de sus brazos incitando al amor a morir en pedazos. La duda existencial era su fracaso y la desilusión del amor marcó el ocaso. Aspiró el aroma del aire mojado, se lanzó al abismo desde aquel tejado Sobre negro asfalto rebotó su cuerpo; por la herida abierta desangró su alma y en ríos de olvido se irá diluyendo. Sin darme yo cuenta, un milagro ha muerto.

Piel de durazno

Llegaste impetuosa y flagrante a invadir mi vida ermitaña, eras como un fuego arrasando los secos pastos de mi alma. Brotaste en el silencio de mi vida desencantada; eras la vida en simientes yo la tierra seca y árida, Sembraste con tu ternura de suave piel de durazno, en los pliegues arrugados por la intransigencia de mis años. Me viste crecer a tu sombra, dar mis primeros pasos, era para mi el amor entonces, cenizas que se volaron. Muchos años han pasado, nuestro amor algo ha cambiado, somos los mismos de siempre pero en vida madurados. Hoy mi piel no es la misma, ya mis años se han sumado, y los tuyos como entonces siguen como piel de durazno.

Piel a piel

Hojas muertas arrastra el tiempo, se acumulan en la acera de la gastada memoria; en remolinos se agolpan, en ráfagas se muestran, queriendo auscultar la historia que en el tiempo se aleja. Arrugas de piel ajada entre los surcos guardaban, la tersa piel de tu cuerpo joven como una mañana; eras entonces la plenitud, yo el peregrino en calma, y bebía de tu fuente la fresca brisa del alma. El discurrir fatal del tiempo, detenías con tu vida, el que marca la diferencia entre tu edad y la mía; nada te importó más que la vida aquella, fuimos complementos perfectos, dos caras de una misma moneda.

Uno, dos, cientos...

Uno, dos, recuerdos. Cientos, miles, memorias; aferradas como garras sujetándome a la historia. Nada duele más que el fracaso: de la batalla no encarada, por la cobardía del silencio o la rebelión del miedo. Y fueron: ciento una o mil quinientas derrotas en derroteros; inconclusos caminos no caminados; mediocridad. Miedo de viejo. No es el tiempo quien enseña, es el deseo de tomar lo servido, del muestrario que parido suele llamarse destino. Nada es más imperfecto que el defecto no reconocido; el ignorante no entiende que por ganar ya ha perdido.

Sobrevives a mí

Sobrevives a todo: en los negros versos que te escribo, los que perpetúan tu memoria y de hiedra te han vestido. Ellas hablan del amor, mutado en piedra enmohecida, trepado en grises paredes del alma que no te olvida. Sobrevives aún: a pesar de mi amargura enceguecida, en el recóndito lugar que muerde el tiempo. Y la vida. Transformada en cenizas, en urnas de maderas frías, bajo el peso de negra tierra, en un páramo sin días. Y sobrevives: a la decadencia de mi alma que huye masticando empecinada la angustia que fluye, entre la contradictoria espera por tu vuelta, y la mortuoria tumba de olvido que te encierra. Es mi cuerpo carcelero del alma que te conserva, con arneses de fría espera sobre paredes mojadas, empeñada en retenerte sabiendo que adonde vayas estarás sobreviviendo a mi muerte declarada.

Con altura

He de abrazar al último suspiro, como si fuese llama que se apaga, en la oscuridad de mi vida aciaga, sortilegio del aire que respiro. Asistiré voluntario y pasivo, al final del tiempo que termina, que en oscuridad de muerte encamina, al amor engañoso y permisivo. Me retiraré de la lucha amarga, evitando el clamor de la venganza. Y cuando el suspiro se haya muerto olvidaré la pena que me embarga; con total entereza y sin tardanza, enterraré por siempre tu recuerdo.

Cordura atropellada

En procesión: los nefastos días de rutinas, atropellan la cordura que anda por las esquinas despavorida de miedos por temor a la locura. Del encierro que propone mi alucinada vida, en contradictoria historia de lo que desea y dispone, del partir o permanecer. entre la nada y la gloria. En la estática pertenencia a la que someto, imbécil, este estar sin resonancia entre paredes y versos escritos en silencios de rutinarios días. En rutinas rutinarias de ser siempre lo mismo. Inerte madera seca en abúlicos domingos esperando que transcurra este estático vacío. Y volver a empezar… terminar siempre en lo mismo… siempre lo mismo.

El último andén

Debes saber: no tengo sueños para ofrecerte, si me dejas construiré uno, quizás pueda merecerte. Debo decirte: si permites que me quede, mi pedacito de aire tan solo puedo ofrecerte, Debo pedirte: que desarmes mi equipaje, en este último andén del que no quiero marcharme. Debo explicarte: regreso derrotado y vacío; que si tu quieres llenarme, tienes el corazón mío. Debo exigirte: si me ves cabizbajo y rendido no es contigo, no te alarmes, es la memoria jugando conmigo. Debo jurarte : pagaré si es necesario el daño que te he causado sin misericordia y sin juicios. Y ahora deja que me quede, necesito este motivo, reivindicar la esperanza afuera no hay más caminos, es el último que queda y quiero hacerlo contigo.

Las ideas no se matan

Invasoras tradiciones del norte llenan las vidrieras de basuras, dejando atrás en abandono los valores de nuestra cultura. Te cambiaron José Hernández hombre del Fierro y la palabra, mutaron tus notables ideales en un vacío tótem de calabaza. Quizás por haber peleado, tiempos en luchas intestinas, destruimos y olvidamos, nuestras tradiciones argentinas. Nuestros hijos ostentan orgullosos engendros de una pueril cultura, Capas, disfraces y caramelos, halloween se llama esta basura. La tradición quedó arrinconada, quizás por vergüenza escondida, junto a nuestro bello folklore y nuestras danzas argentinas. Impávidos presenciamos la colonización atrevida, en libre albedrío cultural de foráneos modos de vida. En quienes radica el orden es menester que pronto ocurra, por encima del dinero el recupero de nuestra cultura. AMÉN

Debo decirte que:

Ráfagas de vida, de vida sobre el cristal, cristal que transpira transpirando secos alientos, alientos que fueron besos besos que fueron sueños. Sueños que fueron tiempos tiempos de amor y osadía, osadía de un encuentro encontrado entre los pliegues, los pliegues de un suspiro suspiros que son al viento. Al viento fueron echados echados como despecho, despechados por olvidos olvidos que no son ciertos, certeza de un abandono abandonado en un lecho. Lecho cubierto de culpas culpadas de no te tengo, tengo que decirte cuanto cuanto decirte yo debo, debiendo marcharme lejos lejos de este amor incierto. Inciertamente y osado osado y culposo encuentro, encuentro, suspiro, ráfaga ráfaga de vida en el espejo, espejo que transpira sueños sueños echados al vientos.

Debilidad del alma

Como sombra solitaria te asomas a la ventana, detrás de las persianas que ocultan las miserias, y el fracaso del alma. Embebes el aire de ancestros temores, y el silencio, y las manos, el dolor ciernen. Lo ocultan tras uñas clavadas, por noches de vigilias, en manos sangradas que no dicen nada. Mas que la bronca que masticas, que magullas en tu alma, dolorida, flagelada. Por saberte débil, reincidente de fracasos, con recidivas de hastíos, reclinadas en la pena que no acaba.

La huída

Revolvía la noche espasmos de adrenalina. La danza, tu vientre, la droga de mi vida. Maraña de manos lujuriosas rozando, con la baba del deseo la turgencia de tus senos. Tu vientre sacudido en contracciones sinuosas; la lascivia, el dinero y tu sexo expuesto. Las luces, el humo, los ojos desvariados. Tu sonrisa complacida y mi deseo en huída. Afuera la brisa. Las manos en los bolsillos. Un gato en una cornisa maullándole a la vida.

Espiándote

Detrás de la cortina: en la magia que destilas, cuando danzas desnuda jugando con la armonía. Te amaría, fluiría, si tan solo pudiera tocarte por detrás de la cortina. Detrás del espejo: cuando con el coqueteas, cuando lo seduces sabiéndote bella. Te gustaría, te sabría, si pudiese darte un beso por detrás del espejo. Debajo de las sábanas: cuando te agitas dormida; y tus senos descubiertos, y tu sexo. Si pudiese escabullirme por debajo de las sábanas, te haría el amor, me perdería.

Resignación

Volvimos a vernos: En la extraña ciudad de las luces. En la casualidad de los sueños. Vomitabas soledad. Y ríos de alcohol. Tropezabas con paredes. De indiferencias. De ojos inquisidores. De malsana burla. A tus miserias. Miraste mis ojos entre los vahídos del recuerdo. Buscando, sufriendo, una imagen para asociar con mi rostro descubierto. Elevaste los hombros. La botella medio vacía, escondida en la vergüenza. Y tu espalda y el adiós. Y otra vez con tus miserias.

Incertidumbre

Siento que llegó nuestra hora. Que lo planeado será. Que el abismo insoslayable, Sucumbirá. Inexorablemente. ¿Confirmaremos lo que nos une? En la lejanía interminable. Probaremos. Intentaremos. La ilusión forjada. Llegaré hasta tu casa. En la desesperación. En el miedo. Por conocerte. Por conocernos. ¿Me abrazarás en la llegada? ¿Se romperá el hechizo? La decepción. La cita virtual. La memoria. ¿Borrará lo escrito?

Síntoma de abstinencia

" Un abrazo es la transcripción de la paz del otro en uno mismo".