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Mostrando entradas de agosto, 2010

Sensatez

Nuestro amor se sostiene de dos agostos duros la deliciosa complicidad de un paraguas y un medio sueño que por abrazar la plenitud del sol podría explotar en mil exilios. Mejor gocemos en la segura mitad la calma noche de los amantes.

Causalidad

Si no hubiese escrito aquel poema justo cuando tu instinto lamía el aire, no encontraría en cada despertar esquelas escritas con rouge colgadas de mis labios. / Quizás ahora estaría escribiendo un poema por si tu instinto pasare lamiendo el aire /

Bajo relieve

Es el aire, las piedras del camino las mapas debajo de ellas las arrugas. Las curvaturas de tus piernas y el invierno. Son los rostros sin memorias de las hojas. Vuelves, siempre vuelves a ser la gaviota enamorada buscando la quilla de mi abandono a alimentar mi fantasma. Me naufragas de un disparo debajo de las piedras y regresas al laberinto donde no puedo tocarte ni con estos mustios versos.

El deseo

Murmuré tu nombre como al azar como al descuido casi como una maldición. Apareciste del aire... - ¡Pide un deseo! Dije. Y desaparecí.

Por las rosas eternas

Confío que sentiste lo mismo que amaste como amé que tuvimos un sueño en común o un amor fuera de lo común; lo cierto es que compartimos el mismo abismo. No hay rosas eternas, sí, hay ojos dispuestos a sonreír; hay risas interiores esperando vernos paisaje. Podríamos: tú cada tanto… yo alguna que otra vez, coincidir en carriles opuestos de trenes opuestos de ventanillas opuestas de rumbos opuestos; coincidir esa mirada que nos bese ese instante fugaz el lugar exacto y detener ese efímero beso de miradas, de sonrisas en la luminosidad de un flash para decirnos: hasta pronto amor confío en ti confía en mí; eternicemos las rosas.

Naturaleza muerta

Olvidarte quizás no sea más que un paso a la historia como decir he revertido una derrota; en fin; tan sólo dar vuelta una hoja y sorprender debajo a escarabajos que despavoridos buscan el espacio y chocan entre ellos hasta que descubren que fue una bocanada de alivio desprendiéndoles el moho de su letargo. Para luego regresar a la humedad de su silencio a conciliar el sueño.

Dádivas

Ofreciste tus manos a este ciego. / Dar para recibir / Irreverente -tomándote el brazo- entallé tus caderas y en una calle insomne acabó el deseo entre tus piernas.

Deshabitarte

Intenté habitar tus excusas mis rodillas lastimadas enlutaron los adoquines, a ti no te importó, estabas ausente; no podías reprimir tu abandono de luces y fue la justa razón para curarme de espanto, de la impiedad de tu piedad atiborrada de palabras, demasiadas palabras. Caminé entonces con mis codos aferrados a las paredes dejando mi piel en sus besos de ladrillos y concreto; la cal tiñó de blanco el dolor y sangraron las calles bajo mis rodillas.

Impersonal

No soy el que piensas, pero soy bastante parecido a este que te escribe. Aunque alguna vez te haya amado, no queda claro quien te amó, si el que piensas que soy o el que te escribe; puede que ambos aún te amen, lo que no sé es cuál de los dos soy.

Sinsentido

Es ilógico decirte que me llenas cuando estoy vacío. Un sinsentido es llenarse de recuerdos porque son sólo vacíos. Pero eres el mejor de mis recuerdos aunque me dejaste vacío cuando te llenaste de olvidos.