Consentida de riqueza abúlica
Si me conocieras no atravesarías la noche para beber esta languidez que empacha los días ni serías ave azúcar que picotea la sabana desesperada de una manzana partida. Trozarías las hojas en mitades irregulares para que al caer sobre las mieles no rearmaren al imberbe figurín que idealmente modelas con tu partitura de poeta de niña bien consentida de riqueza abúlica. Si me conocieras huirías dejando tus zapatos de cristal enredado en las muecas del puñal de mi locura de mi convencional estructura de nigromante desacertado que no le atina ni al centro de su llaga con la última bala de cordura.