Sin reflejos

Hoy queda solo el eco vacío
de mi voz rebotando en al espejo
privilegiado eterno que compartió conmigo
sus ojos recién abiertos.

Las marcas de la almohada en su rostro cansado,
la amplitud de su boca en un bostezo susurrado,
su aliento a menta fresca humedeciendo mis labios,
y el adiós de una lágrima sobre el vidrio empañado.

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