Aquella tarde




Toqué su hambre,
adoré su virtud preñando vuelos
y en la costa de isla inexpugnable,
con cuarzo y fuego
fertilicé su piel de arena.

Estalló en rojas flamas
el cerrojo de su cáliz.

Llamó al mar y lavó su vergüenza;
aquella tarde.

Comentarios

Paco Alonso ha dicho que…
Excelente forma de lavar su vergüenza al ser fertilizada su piel.

Gracias por compartir.

Cálido abrazo.
Daniel ha dicho que…
Muchas gracias Paco por tu visita.

Mi abrazo.

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