Sueños de calesita.

Andrés seguía la tradición familiar, era calesitero.
El abuelo la había ubicado en lo que posteriormente sería una plaza de un barrio de Buenos Aires.
Andrés es un hombre bueno, adora a los chicos, muchas veces dejaba entrar a los más carecientes, sin cobrarles boleto.
Con esfuerzo y trabajo agiornó la calesita, renovó la pintura de todos los juegos, agregó otros más modernos.
Una noche manos arteras y egoístas incendiaron la calesita y la ilusión de Andrés y sus niños.

Para vos Andrés y para todos los que como vos aman la vida.

El recontó sus monedas una y otra vez aquellas que había logrado reunir de tantos mandados hechos a sus vecinos, se arregló el cabello con ansiedad de niño, miró su sonrisa dibujada en el espejo, y soñó.
Se despidió de su viejita.
Tomó su bicicleta herrumbrada, hizo el recorrido que tantas veces dibujó en su mente
soñadora.
Llegó a la plaza temprano, no había muchos niños revoloteando en los juegos.
Se dirigió directamente a la calesita, la que conocía desde hace tiempo y a la que nunca pudo subir.
Pidió dos boletos,

- para el caballito blanco dijo al boletero

Este lo miró sorprendido como buscando algo

- los boletos son indiferentes, para caballos blancos, autitos de colores, elefantes verdes.

La sonrisa se le amplió aún mas, tenía todo un mundo a su alcance para disfrutar.
Se detuvo la calesita de su vuelta de sonrisas y caritas tristes por el fin del viaje.
Su mirada buscó el caballito blanco, su cuerpecito chiquito se encaramó entre ansiedad y expectativa, se aferró fuerte a la montura en momentos que comenzaba a girar y sintió el aire y la música en una sinfonía maravillosa, su sueño estaba cumpliéndose.

Abajo, detrás del alambrado que rodea el juego, los niños contemplaban sorprendidos la situación y entre risas y burlas, comentaban

- ¡ta´ loco el viejito, mírenlo, andando en calesita como un niño!


Esto es verdad, hay tantas personas que no tuvieron calesitas de niños, yo fui uno de ellos.
Destrozar un juego es destrozar ilusiones de muchas personas, no hay alma en quien lo hace.

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