Espejismo carretero

Soy lo que ves en mis letras, un tipo incierto:
puedo seducir al mundo con la huella de un beso,
en la plenitud del alba atraparte al lucero;
y puedo ser la nada sucumbiendo en miedos.

Ser el plexo que sostenga la magnitud de tu cielo,
un muralista del alma reproduciéndote un sueño,
el arlequín victorioso en tu tristeza escondida;
y puedo ser la piedra destrozando mis dedos.

De tu laberinto su salida, la luz de tu corazón ciego,
dos constelaciones de osas sobre tus senos despiertos,
forjador de tus sonrisas, mi Gioconda de hielo;
y puedo ser pecado consumiéndose en el infierno.

Ser constructor y vigía, jornalero de tu puerto,
subir campanas de bronces a la torre de tus sueños,
entre tu puente y el mío construir un aeropuerto;
pero mi alma es cenizas sopladas por el viento.

Pude haber sido, el custodio de tus secretos,
el vicio respirado en los humos de tu aliento,
la magnánima esperanza entre los diálogos muertos;
pero apenas fui en tu vida, espejismo carretero.

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